Carta de Gustavo Flores Q.
EL MUNDO FORTIFICADO
Es curioso cómo la globalización y la apertura mundial de los mercados ha hecho coincidir al mismo tiempo un éxodo masivo de tercermundistas en la búsqueda de una nueva patria, con la exaltación local de los nuevos nacionalismos. Exodo y emigración en gran escala han hecho que los pobres de la tierra se conviertan en la gran amenaza para los países del Primer Mundo. Se erige un oprobioso mundo fortificado, cuyo más vergonzante testimonio es la descomunal muralla construída entre Estados Unidos y México, tan larga como la muralla china. Pero también la Europa posmoderna se fortifica con masivas deportaciones. La xenofobia, el terrorismo y la lucha por el empleo son las excusas para emprender la ofensiva contra el libre tránsito de los seres humanos por el mundo. Hoy no es la persecución política y el temor a ser asesinados lo que motiva a millones de seres humanos a buscar un mejor destino, sino lo que los amenaza es la miseria, el hambre, el desempleo, la marginación, la destrucción de las economías propias por las gigantescas multinacionales, lo que los lleva a convertirse en ilegales despreciados e indeseables. La parte rica del globo se fortifica, para declarar que los seres humanos de las dos terceras partes del planeta son ilegales repudiables. El mundo fortificado ante la emigración es el grito desquiciado de una parte poderosa de la humanidad que está perdiendo la conciencia colectiva y el humanismo.
ARTICULO:
*El regreso del socialismoLa revolución social y económica de Venezuela, en lugar de un retroceso al pasado, puede que sea el futuro.
By Calvin Tucker/ January 29th 2007
Nadie llega a creerse lo que ve y oye. Después de más de 15 años del colapso de la Unión Soviética, el presidente de Venezuela ha dejado bien claro que su país está embarcado en una revolución socialista.Por sí mismo, el anuncio de que los sectores estratégicos industriales y el banco central del país serán sometidos a control estatal - como las políticas de redistribución de la renta en favor de los pobres y la expansión de la provisión de salud y educación gratuita, existentes en Venezuela – asombra, sobre todo, por el contexto neoliberal de las últimas décadas. Leer mas
* La agonía de FaustoImpacto cultural de la globalización
Gustavo Flores Quelopana * Lima, Dic. 2006
El impacto cultural de la globalización es un problema filosóficamente arduo y apasionante porque involucra la polémica de lo que sea esa cosa que llamamos "hombre" y ese proceso que denominamos "cultura". Particularmente, pienso que la esencia del hombre no se agota en la realización de los valores específicamente biológicos y que más bien es un "ser vital capaz de espíritu", como lo llamó atinadamente Max Scheler. De este modo, los fines del hombre como ser vital tiene que servir, en último término, al saber culto. El eje cultural de la globalización no es ya la idea humanística del saber culto sino la idea postmoderna del saber divertido. La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombres y mujeres que en ella se produce". Pues bien, ¿qué tipo de hombres, mujeres y niños está produciendo la globalización en la civilización actual cuando el capitalismo global ha significado el aumento brutal de la miseria y exclusión social?(1) ¿Qué impacto cultural representan los ideales consumistas, especulativos y frívolos de una civilización que se consolida como pragmática y hedonista? ¡A esto llamo la agonía de Fausto!, el personaje goethiano que simboliza al hombre que conquista el mundo se pierde a sí mismo.
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* Irak, la filosofía y la cuestión de la verdad. En el día mundial de la filosofía
Por Claudio Chipana G
Un saludo y una reflexión en esta ocasión que más que de celebración debería ser de balance del camino recorrido en el año transcurrido. Si asumimos la filosofía como una actividad, es decir como un actuar y un pensar, o dicho de otro modo entre el pensamiento y la responsabilidad entonces propongo hacer un ejercicio reflexivo sobre el rol de la filosofía en relación a la vida, al entorno que nos toca vivir. Y esto viene al caso porque si hay un día mundial para la filosofía, cabría preguntarnos si hay un día en que la filosofía se dedique al mundo. Y hoy si hay un tema que hiere la conciencia del a humanidad es Irak. Pocos acontecimientos como los que se suceden en este castigado país árabe ponen a prueba los grandes conceptos y principios que dieron vida a la tradición filosófica occidental como la libertad y la democracia. No es que este sea el único lugar donde ocurren cosas que pueden llamarnos la atención, pues ahí está la pobreza y las epidemias en Africa, otras invasiones o amenazas de invasión en otras partes del mundo, las profundas desigualdades sociales y económicas en América Latina y el serio problema ecológico que se avizora a escala global, como también los fundamentalismos por doquier.La filosofía puede proveernos la ventaja de aguzar nuestro sentido de percepción del todo y de la parte, no obstante el filósofo no puede aspirar a una postura omnisciente por más que los clásicos hayan colocado a esta forma de pensar en el pináculo de la jerarquía cognoscitiva. Pero dedicarnos sólo a la parte nos pone en desventaja para contemplar el vasto y rico panorama de la realidad, si es que estamos permitidos de mencionar este término por aquellos que lo han virtualizado todo. Tampoco será suficiente una pura especulación de la totalidad como han querido nuestros racionalistas pese a todo lo grandioso que hayan podido ser sus aportes.Cuando mencionamos Irak estamos pensando en el problema de la verdad, tema crucial que está en el centro mismo del quehacer filosófico. La cuestión de la verdad no es un problema meramente gnoseológico. Algunos grandes pensadores han adelantado que la verdad y realidad se presuponen mutuamente. Pero ambos niveles no coinciden siempre, si se dan juntas desde un inicio, la verdad jamás se presenta entera y ya hecha sino que se descubre y el filósofo como todo otro individuo inquisidor abona esfuerzos hacia su descubrimiento o desvelamiento.El tema de la verdad supone no sólo su definición, incluye también en le terreno de las relaciones humanas, en la relación del estado y los individuos, su producción y su descubrimiento. Incluye también su representación, y su ocultamiento. Entonces aquí estamos en el terreno de la dimensión política y ética del problema de la verdad, y que muchas veces, para el destino de la vida de millones de personas, viene a ser más importante que los aspectos meramente gnoseológicos.Y es que la invasión a Irak ha sido una de las peores traiciones a la verdad en las décadas recientes después de la guerra de Vietnam. Esta guerra de agresión tuvo que disfrazarse de ‘liberación’ y la invasión de democracia’; ‘joven democracia’ claman sus perpetradores ahora.Jamás Irak fue una amenaza para el mundo pues ya estaba debilitada por las sanciones de la ONU y nunca se descubrieron las armas de destrucción masiva porque no existían. Lo que tenemos hoy es el panorama de un país destrozado a manos de unas potencias que se consideraron los adalides de la libertad.Toda pretensión maniquea de querer imponer una línea demarcatoria entre el bien y el mal como ocurre con la etiqueta del llamado ‘eje del mal’, con frecuencia ha perseguido imponer una verdad particular y sobre todo fines inconfesables. La verdadera razón de la invasión de Irak fue el petróleo.El afán mercantilista en general puede más que la cultura y el progreso. Los invasores cuidaron primero los pozos petroleros dejando las piezas valiosas de la cultura mesopotámica a manos de los vándalos y saqueadores.Ya otros han puntualizado sobre la relación entre el conocimiento e interés, que es la misma entre la verdad e interés.No basta tener la razón, y los trabajadores de la comunicación lo saben más que nadie, decir la verdad o ser testigos de ella, en cualquier parte del mundo significa entrar en un territorio de mucho riesgo. Los periodistas acribillados en Irak o el puesto de los cascos azules disparado en Líbano así lo atestiguan.Las razones de estado son las del interés puro y simple. Sólo que hay que cuidarse de que estos intereses respondan a criterios de justicia verdaderos. Sobre todo hay que cuidarse de la propaganda de la verdad es decir de su marketización.La verdad es ideal, es cierto, pero tampoco es una entelequia prístina guardada en algún cofre intocable, es más bien como lo muestran los medios, un trapo que se pisotea y se remienda constantemente.Un filósofo decía que la verdad está al final del proceso. Probablemente sea así, puesto que la verdad como representación subjetiva e ideal de la realidad nunca coincide de una vez por todas con la realidad, la verdad siempre será una reconstrucción de los hechos. La relación entre la teoría y la vida será la misma que entre lo gris y lo verde como ya lo había sostenido el poeta alemán.Nunca el mundo ha sido más global pero tampoco más mediatizado por los medios y y los mediatizadores de la verdad. La mayor batalla del encuentro con la realidad es la virtualización que de ella hoy se hace. Algunos han hablado de la disneylandización de las guerras. Haciendo referencia al cierto intereses mediáticos de que encubrir el sufrimiento de las víctimas presentando los cuadros de la guerra como algo sesgado y aceptable, es decir ‘civilizado’. El arte de la mediatización de la verdad sobre todo a manos de los medios hegemónicos es representar los actos de barbarie como actos de la ‘civilización’.La filosofía siempre tuvo como preocupación la investigación de las condiciones de posibilidad de la objetividad del conocimiento y la génesis gnoseológica de la verdad. Daríase un paso más si se reflexionara sobre cómo la filosofía puede aportar los elementos éticos para la reconstrucción penosa de los retazos de los trozos de verdad esparcidos en los rincones de la injusticia.Un saludo muy cordial a todos los amigos de filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San MarcosClaudio Chipana G.Londres 16 de Nov 2006
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