Por Claudio Chipana G
¿Estarían las encuestadoras interesadas en realizar una encuesta con la pregunta: cree Ud. en las encuestas? Ocurre que en el Perú el tema de las encuestas tiene que ver con quién las paga y quiénes se benefician con ellas. Mientras que una encuestadora le otorga el primer lugar a Castañeda, casi al mismo tiempo, otra encuestadora le otorga el primer lugar a Toledo. Una encuestadora le da el 2% a la candidata del gobierno, y otra, pagada por el oficialismo, le otorga el 11%. No es casual la relación entre el favoritismo de los candidatos de la derecha y una fuerte inversión publicitaria con el uso de las encuestas. Es lo que podríamos llamar una fabricación o manipulación de la intención el voto que resulta primordial para los partidos políticos que cuentan ingentes recursos en los periodos iniciales de los procesos electorales.
¿Cómo se explica que mientras las encuestas arrojan un favoritismo sobre candidatos sobre quienes penden acusaciones de malos manejos y gastos de dinero no justificados, al mismo tiempo esas mismas encuestas revelen que la mayoría de peruanos consideran que la corrupción sea el mayor problema nacional? La respuesta que brota es el lavado de la imagen de tal o cual candidato vía el uso intensivo de los medios de comunicación.
Lo cierto es que en el negocio de las encuestas electorales – las encuestas no están al margen de las leyes del mercado - es que hay una correlación clara entre la mayor inversión en publicidad y el mayor grado de aceptación de determinado candidato, sobre todo en el momento en que se lanza una candidatura a fin de colocarse tempranamente como alternativa “válida” y “aceptable” ante los ojos de público. Esta situación se mantiene hasta que no entran a tallar otras opciones como los “outsiders” o de los salvadores que se presentan como el “mal menor”.
La inversión millonaria resulta decisiva para los candidatos de derecha como parte de su estrategia electoral, y mejor si este dispendio se hace con mucha anticipación a fin de ir condicionando al electorado y generar así un favoritismo al electorado. Así, el lanzamiento publicitario de la candidatura de Keiko Fujimori venía arrojando ya un favoritismo en las encuestas aún cuando la carrera electoral no había empezado. Pintas en los cerros, paredes, carreteras, mítines, polos, spots televisivos, contratación de publicistas, Etc. y sobre todo apoyo mediático con un uso intensivo de la televisión y la prensa son los medios utilizados casi por todos los candidatos sobre todo por los de derecha que cuentan con ingentes recursos por el apoyo de los grupos de poder económico y mediático.
Como bien saben estos partidos la fórmula ganadora consiste en el uso intensivo de los medios, las encuestas. Es decir, la venta de una imagen antes que programas de gobierno. A esa fórmula se suman sin duda otros factores igualmente decisivos en el condicionamiento de la conciencia del elector: la amnesia colectiva y el miedo al cambio presentada como “anti sistema”, “radical” o “chavista” como ocurre en el contexto latinoamericano y el Perú no es una excepción.
Justamente, el recurso del miedo fue esencial en las elecciones presidenciales del 2006 que terminó siendo la elección entre el “mal menor” y el candidato “anti-sistema”. Así fue que gano Alan García y perdió Ollanta Humala. Por eso, si hubo algo de acertado en la campana de Susana Villarán que la llevo al triunfo en las recientes elecciones municipales, fue que fallaron el chantaje del miedo y la táctica de la derecha de polarizar las preferencias entre una candidata que decía representar la honestidad y otro que era acusado de corrupción. La respuesta de los partidos de izquierda fue romper esa polarización entre dos o tres partidos de derecha supuestamente favoritos para ganar las elecciones. Los partidos de izquierda y otros partidos que no eran tomados en cuenta en las primeras encuestas por los medios supieron quebrar esa polarización de la derecha. El resultado fue una alianza de distintos grupos progresistas en torno a la figura de Susana Villarán y que incluyó a diversos grupos de la izquierda y a los nacionalistas. Pero también se debió a que se utilizó la consigna correcta de la lucha contra la corrupción. A pesar de la feroz campaña mediática macartista contra la candidata de Fuerza Social se impuso la voluntad popular.
En el presente panorama electoral los favoritismos hacia los partidos de derecha se han generado en base a encuestas dudosas y a una propaganda mediática millonaria. Por su parte la candidata del partido de gobierno se ha visto favorecida por el uso del canal de estado. Pero esos a favoritismos también se deben a la ausencia de propuestas claras y convergentes de las fuerzas del cambio. Para estas fuerzas, representadas por la izquierda y el nacionalismo, lo central es extraer las lecciones del proceso electoral municipal vivido de semanas atrás. Por lo que la decisión que adopten estas fuerzas en torno a una posible candidatura y a un programa unitarios que reflejen el cambio podrán significar un nuevo logro o una oportunidad desperdiciada.
Mientras que para la derecha se trata de continuar con el modelo neoliberal para las fuerzas progresistas lo central es la definición de un programa que aborde el meollo de la problemática nacional, esto es, el cuestionamiento del actual modelo económico defendido por todas las opciones de derecha, desde sus sectores más extremos hasta los más moderados que se visten de centro.
La derecha seguirá gastando a raudales y seguirá aplicando la misma estrategia a fin de impedir cualquier opción “anti-sistema” que les agüe la fiesta neoliberal. Ellos saben que la elección es una inversión y un refugio seguro para la impunidad y encubrimiento de la corrupción.
Es de esperar que la izquierda y el nacionalismo reaccionen ante la tentación divisionista y se den cuenta que el único camino para revertir la ofensiva publicitaria y la manipulación de las encuestadoras y erigirse en real alternativa de gobierno y de poder es unirse alrededor de un programa que esté a la altura de las exigencias de una verdadera transformación y no de un simple maquillaje del sistema neoliberal.
El fracaso del presente modelo, cuyo mayor signo es la brecha entre los más ricos y los más pobres del país, la destrucción del medio ambiente, grandes escándalos de la corrupción y la venta de nuestra soberanía, debe ser el punto de partida para una reflexión que debe llevar a la conformación de una plataforma popular y nacional. Este es el gran reto para la izquierda y el nacionalismo.
Londres, 9 de diciembre de 2010
No comments:
Post a Comment